¿Conoces tu mejor versión?
Descubrir esta versión de ti mismo puede convertirse en el mejor de los objetivos.
¿Mantenemos muchas de las defensas que en nuestros primeros años nos fueron útiles? ¿Nos damos cuenta de lo ridículas e inapropiadas que pueden resultar en la actualidad como adultos?
Sirva de ejemplo los berrinches y pataletas de nuestra tierna infancia en la que poco o nada sabíamos sobre la gestión de las propias emociones.
Puesto que hoy no defenderíamos una ciudad con murallas medievales, desechemos aquellas defensas emocionales que nuestro niño interior sigue manteniendo como inamovibles. Utilicemos recursos de nuestro yo adulto en la búsqueda de nuestra mejor versión.
Para ello actuemos como aquel arquero que disparaba flechas a la Luna. Un ejercicio aparentemente imposible, sin embargo la destreza que adquirió sirvió para convertirse en el mejor arquero del Reino.
Nuestra mejor versión podría tener que ver con aquello que nos gusta y se nos da bien. Lo que también parece claro es que nadie nos lo puede decir.