Aquello que admiras fuera búscalo en tu interior.
Una profesora contó, a sus jóvenes alumnos, la que fue una de sus mayores decepciones.
En el transcurso de una clase de bachillerato la profesora explicó con todo lujo de detalles su mayor decepción. Dijo que tuvo la enorme fortuna de acompañar, cuando estaba estudiando en la universidad, a un prestigioso premio Nobel al que admiraba con infinita devoción.
Sin embargo, aquel sabio, con el paso de los años se había quedado completamente desfasado. Desconocía por completo los muchos avances que se habían dado durante las últimas décadas -precisamente en el campo en el que él recibió tan distinguido galardón.
Al intercambiar ideas con aquel antiguo premio Nobel su admiración se fue convirtiendo en decepción. Tenía delante a un pobre y patético personaje que parecía haberse quedado anclado en su pasado glorioso.
Sus alumnos, que por aquel entonces teníamos unos quince o dieciséis años, nos mirábamos con cierto estupor y nos preguntábamos los motivos de aquella curiosa confesión que ella mismo aclaró poco después.
Dijo: “La vida os enseñará a su debido tiempo que eso que la gente conoce como “fama” no es otra cosa que atención acumulada y estancada (Lo estancado está en descomposición y comprobareis que nunca huele bien)
Además son los amores no correspondidos los que nos provocan desengaños y decepciones. Pero debemos entender que somos nosotros los únicos responsables por haberlos subido a un pedestal, cuando probablemente no lo merecían.
A pesar de todas nuestras proyecciones hay que reconocer que la vida es bella. Asumid cuantos más riesgos mejor, pero no olvidéis que los pies hay que tenerlos firmemente anclados en el suelo, porque eso que llamamos realidad siempre acaba imponiéndose.
…
PD: Creo que no entendimos casi ninguna de sus explicaciones porque para comprenderlas se necesitaba experiencia (y no teníamos ninguna). Sin duda ahora, varias décadas después, su mensaje parece más humano. (La luz y la oscuridad comparten territorio)