Cuando le preguntaron por el secreto de su longevidad explicó que era porque nunca contrariaba a nadie. El entrevistador le dijo que eso no era posible. El anciano replicó: no, en realidad no es posible.
Otro de sus secretos había sido tratar a las personas con las que se relacionaba imaginándolas bajo su mejor versión, apuntando a su potencial más elevado. Todos se muestran en función de cómo son observados.
Y el último de los secretos era dejar de perseguir “verdades absolutas” porque al final todas resultan igualmente relativas y parciales.
Si le obligaban a quedarse con alguna opción elegía el camino del medio y la “verdad útil”
…
PD: El verbo templar se utiliza en el sentido de afinar.